Junto a la entrada de la Sala Alta, a mano izquierda, está la transparente placa de 2013 donde puede leerse: «En memoria de Antonio Díaz Bautista, Vocal de Cultura e impulsor de las artes y la concordia». En el resto de la despejada sala, bajo el alto techo y en torno al sobrio piano, los paneles muestran amplias fotografías que se suceden hacia el fondo. Unos cuadros de muy distintos estilos visten el recodo de la derecha, y junto a la viñeta de reconocible firma y la pequeña escultura bajo la ventana, todas las obras dan distintas visiones de la majestuosa presencia del Cristo de Monteagudo y del castillo que domina toda la huerta; detalles de la escultura, historia y significado de un enclave que forma parte del patrimonio de todos los murcianos, y que ha quedado recogido en los objetivos de las cámaras y en los lienzos para señalar su necesidad de conservarlo.
Es Salvemos Monteagudo, la exposición que, comisariada por Carmen Celdrán e impulsada por la Asociación Cultura Díaz Bautista, ha llevado a la Sala Alta del Real Casino el trabajo de un total de 24 artistas que ha podido visitarse del 2 al 21 de octubre. Una muestra que ha aunado distintas disciplinas, con la pintura y la fotografía como protagonistas; y que nace con una finalidad clara: la puesta en valor del castillo de Monteagudo y todo su conjunto.
Kiko Asunción, Joaquín Zamora, Pablo Guzmán, Jorge Martínez Reyes, Antonio Jiménez Lacárcel, José Luis Ros Caval, Eván Guillén, Charo Corbalán, Carmen Celdrán, Luis Gómez de Barreda, Vicente J. Montesinos, Mariano Egea, Miguel Ángel Esquembre y José Francisco Abellán son los fotógrafos que conforman la muestra; con Marcos Amorós, María José Caride, Alfonso del Moral, Santi García Cánovas, Jesús Inglés, Carlos Montero, Álvaro Peña y Cristóbal Pérez como pintores, y la participación, además, del viñetista José Manuel Puebla y el escultor Anastasio Martínez Valcárcel.
“Es la segunda exposición que se hace. Ya hubo una en el Centro de Visitantes de Monteagudo el 28 de marzo del año pasado, y en ésta seguimos reclamando lo mismo: que se ponga en valor un sitio tan emblemático como es la antorcha de Murcia, Monteagudo”, dice Carmen Celdrán, comisaria de la muestra y presidenta de Cultura Díaz Bautista.
Una muestra que es una invitación a detenerse ante un castillo que, construido bajo el mandato del conocido como Rey Lobo, formó la línea defensiva de la vega murciana y sus caminos en época musulmana; pasó luego a ser residencia del rey Alfonso X el Sabio y fue coronado, ya en el siglo XX, por el insigne Cristo de Monteagudo. Una toma de conciencia de la importancia de este conjunto –el castillo de Monteagudo, el Castillejo y la fortaleza de Larache– dentro del patrimonio histórico y cultural de Murcia; así como de la urgencia de remediar el estado de abandono de un Bien de Interés Cultural que lo es desde 2004.
Sobre este último punto, el Ayuntamiento de Murcia, la Comunidad Autónoma y el Estado están trabajando de forma conjunta para la restauración y puesta en valor del conjunto con una inversión de 10 millones de euros en un plazo de doce años, como así consta en el Plan Director; y está previsto que se convierta en el parque arqueológico más grande de la Región, con hasta 150 puntos de interés arqueológico y la plantación de arbolado propio del siglo XII, época del Rey Lobo.
Además, en la zona proseguirán, con el apoyo del Ayuntamiento de Murcia, las excavaciones del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), a cargo del equipo del arqueólogo Julio Navarro Palazón, como parte de la recuperación del enclave. Un conjunto de acciones que, finalmente, restaurarían todo Monteagudo. “Ojalá que se cumpla, y lo veamos y se haga realidad el sueño que, yo creo, es de todos los murcianos”, dice Carmen Celdrán desde Cultura Díaz Bautista.
La exposición hace, en su parte de fotografía, un recorrido que tiene su comienzo en la huerta y se va acercando al castillo de Monteagudo hasta llegar a los pies del Cristo, con imágenes que se detienen en el paisaje que lo envuelve, en detalles de la estatua que lo preside, y también del interior del propio castillo. “Quedamos un día de otoño todos los fotógrafos, porque la luz es más bonita, más dorada”, explica la comisaria. La salida se realizó el pasado año, pronosticando la exposición; y ha dado un total de catorce fotografías de iguales dimensiones que ofrecen distintas miradas sobre el conjunto de Monteagudo, su valor y su actual estado.
Junto a este recorrido, las ocho obras pictóricas de la muestra aportan la personal interpretación de Monteagudo de sus autores con el mismo tamaño en 50×70 de las fotografías, solo que alternado con un segundo formato más cuadrado que los artistas podían escoger si su motivo pictórico así lo requería.
En el óleo que abre la exposición en la entrada, con el título de Cristo en contrapicado, es de Cristóbal Pérez, que ha retratado el Cristo de Monteagudo desde esta perspectiva para que sea, en palabras de pintor, como una mirada al cielo; de ahí que se le haya dado, en la composición, igual importancia al cielo que a la imponente estatua. Una visión de Monteagudo que busca ser intrigante, y que ha sido plasmada por el pintor en este óleo sobre lienzo.
La obra que le sigue, firmada por Santi García Cánovas, muestra a una niña que observa Monteagudo desde el cristal de una ventana; un cuadro que, explica la pintora, evoca el recuerdo infantil de cada uno de nosotros sobre este enclave, y reivindica que también los niños de las generaciones venideras puedan asomarse a esa ventana que es Murcia y su patrimonio. Para representar el tema, y aunque su línea de trabajo actual es más abstracto-realista y de técnica mixta, la artista se ha centrado en el óleo para transmitir esa vivacidad y colorido de la visión infantil que busca trasladar el espectador.
En esa misma pared, Alfonso del Moral ha optado por el formato cuadrado para su obra Puerta entre dos reinos. Explica el pintor que no se ha basado en ninguna fotografía, sino que es una interpretación más bien onírica donde aúna, en una misma composición triangular, el castillo y el Cristo desde una visión frontal. Ha añadido, además, una puerta morisca que representa el cruce de culturas presente en la historia del castillo, y como expresión de las mismas, el pintor ha incluido letras en árabe donde puede leerse el nombre del Rey Lobo y el de Medina Mursiya, entre otras referencias a la Murcia musulmana; así como inscripciones procedentes de las Cantigas de Alfonso X el Sabio. Una obra que, con similar trazo a la acuarela, está hecha en óleo; aunque muy diluido y dando protagonismo al blanco del lienzo.
A su lado aparece la hiperrealista obra de Jesús Inglés, que muestra un primer plano del rostro del Cristo que, de perfil, deja ver una lágrima que cae en su piedra. Cuenta el artista que para realizar el cuadro le pidió la fotografía a Huermur; y más allá de plasmar la imagen, quiso darle expresividad: cambió la mirada del Cristo para que quedara dirigida al espectador, y puso la lágrima como queja, como si la propia estatua estuviera pidiendo el cuidado del patrimonio. Un óleo sobre lienzo que, con motivo de la exposición, se desliga del conjunto del trabajo pictórico del artista, dedicado a la ecología y a la defensa de la naturaleza, para pedir, en esta ocasión, la protección de la cultura.
La pared la cierra Raíces, el cuadro de Marcos Amorós que, en técnica mixta sobre lienzo, muestra a un niño de espaldas que sostiene una paleta y un pincel, y pinta el Cristo de Monteagudo. El título, explica el pintor, viene porque él mismo, que es murciano, lleva viviendo fuera de su ciudad casi 30 años, y el cuadro supone una vuelta a sus orígenes. Como es habitual en su obra, el artista representa el tema a través de la infancia, que no es sino la expresión de su propio niño interior.
En los paneles que abren la siguiente pared, justo frente a la puerta, está la obra de María José Caride, que ha representado en formato horizontal el rostro del Cristo de Monteagudo en toda su dimensión junto al escultor que le dio vida; y esto porque, explica la artista, también ella es escultora. Un acrílico sobre lienzo donde escultor y escultura se encuentran en una mirada, y que busca reflejar la necesidad de conservar el patrimonio.
Justo a su lado, aparece la obra de Álvaro Peña, titulada El castillo del futuro. Señala el pintor que ha colocado una figura femenina en un columpio de manera expresionista, y que ha dado una visión de modernidad para reflejar cómo podría ser el conjunto en un futuro no muy lejano, donde el castillo seguirá en pie. Un acrílico sobre lienzo que, con grandes blancos y trazos coloristas, queda en la línea de las últimas exposiciones del artista.
La serie pictórica concluye, en el siguiente panel, con el cuadro de Carlos Montero; un óleo sobre tabla donde, en la noche, el castillo de Monteagudo preside un paisaje iluminado por las ventanas de las lejanas casas y por la luz de la luna entre las nubes. Cuenta el pintor que, para realizar la fotografía que da origen al tema, esperó a una noche de luna llena para acudir al lugar expresamente; y que la obra, con este paisaje de Monteagudo, forma parte de la serie que está trabajando estos últimos años, donde la lluvia y la noche son protagonistas.
Junto a este cuadro, aparece también la ilustración del viñetista Puebla y la escultura realizada por Anastasio Martínez Valcárcel, que es hijo del escultor de la actual imagen del Cristo de Monteagudo y nieto del artista que realizó la imagen del anterior Cristo, que tenía las manos hacia delante y fue destruido durante la Guerra Civil. Se trata de una maqueta donde aparece la actual estatua, y donde el escultor hace un homenaje a su padre, Nicolás Martínez Ramón, representado junto a su obra.
Una exposición impulsada por un colectivo que busca la puesta en valor del patrimonio de todos los murcianos, y que apoyada en el hashtag #SalvemosMonteagudo, ha llevado a la Sala Alta y a sus visitantes la situación y relevancia de este histórico conjunto a través de la creación artística.