Al pasar la puerta, las mesas y sillas del espacio de trabajo quedan entre las cuatro columnas centrales, y a su alrededor, en las altas paredes se suceden los despejados blancos de amplios formatos, las franjas negras tras la figura que posa quieta e invita a detenerse ante ella, y el equilibrio de las formas que dejan entrever el volumen y la luz.
Es Océanos Pacíficos, la exposición de Tomy Ceballos que, desde el pasado 25 de mayo y hasta su clausura el 27 de julio, ha podido verse en la sala de exposiciones de Arquitectura de Barrio, dirigida por los arquitectos Enrique de Andrés y Coral Marín. Una colección con una quincena de composiciones que, aunque se muestran en el lienzo, son en realidad capturas de esculturas digitales que el artista ha modelado dentro del ordenador, en un espacio tridimensional donde da forma a unos volúmenes que, vestidos de blanco y negro, tienen títulos tan llamativos como Air watch, Ops o Vive lo imposible.
Explica el arquitecto Enrique de Andrés que el artista no ha descubierto ahora el trabajo con el ordenador. Ya acostumbraba a utilizarlo en su trayectoria artística, aunque siempre en las dos dimensiones que son propias de la fotografía y obras más planas. En Océanos Pacíficos, sin embargo, hay un trabajo digital de corte escultórico, o arquitectónico, incluso; unas obras modeladas desde cero en un espacio tridimensional. “Ha visto que el ordenador da la posibilidad de meterse en otro mundo, que él llama «el otro lado del espejo»”, explica el director mientras recorre la sala. “La pantalla de un espejo que se puede atravesar y al otro lado descubrir un mundo paralelo, un mundo creativo, que te da unas posibilidades distintas”, añade.
Para el director, el artista “ha construido una serie de objetos de forma escultórica, creándolos de la nada”; y esto porque en el ordenador se parte del vacío, y es el artista quien tiene que definir todos los parámetros de la obra: la dimensión, los volúmenes, el fondo, la textura, el color, cómo recibe la luz… una expresión escultórica que se inmortaliza luego desde un ángulo concreto para poder mostrarlo al público; algo que, para Enrique de Andrés, hace que esta técnica digital tenga un componente de arte total.
El estudio de Tomy Ceballos es, por tanto, ese gran espacio en tres dimensiones que, en el ordenador, permite que el artista entre dentro de su propia obra y se mueva en su interior y alrededor de ella con total libertad. Un espacio marcado por una ingravidez y un carácter etéreo que Tomy Ceballos describe como un océano, porque le permite dejar de moverse en un solo plano, como cuando caminamos, para pasar a desplazarse en todas direcciones, como sucede en el agua. Y es en ese mismo espacio cuando, una vez terminada una escultura, el artista vuelve a desplazarse en ella hasta dar con una perspectiva que permita expresar la obra en una sola imagen; y esas son las capturas que pueden verse impresas en los lienzos expuestos.
“Lo que busco es un punto de vista, que es lo que se ha hecho siempre desde la pintura, o desde la fotografía”, dice Tomy Ceballos, junto a una de las puertas de Arquitectura de Barrio, desde donde se ve el interior de la sala; “un punto de vista para inmortalizar, para sacar del otro lado del espejo lo que está dentro del ordenador, o dentro de ti”, explica el artista, con ese concepto del espejo que es un guiño a Alicia en el País de las Maravillas y al mundo del inconsciente que representa. “Me gustaría, en las próximas exposiciones, tener gafas de realidad virtual para que la gente pueda entrar en mi estudio”, añade el artista, que querría mostrar su obra en toda su dimensión.
Por lo pronto, el espectador puede asomarse a la tridimensionalidad de este estudio virtual con el efecto que se crea al enfocar las obras con la cámara del móvil. Al observar cualquiera de los cuadros en la pantalla, y al ir moviendo el dispositivo a su alrededor, se puede apreciar mejor el 3D de las composiciones y recrear el efecto de poder ‘entrar’ en ellas gracias a la ilusión óptica de la deformación de las líneas.
Todo para apreciar unas obras que han sido modeladas a partir de la textura básica, con aspecto de malla, que proporciona el ordenador; una base que define los volúmenes y da consistencia a la materia, completamente etérea, que se modela en digital. Esta malla no se aprecia luego en el resultado final, por lo que, en las obras de Océanos Pacíficos, los volúmenes se perciben gracias a los fondos, las franjas en negro que dan color a las formas, la luz que reciben, o la textura escogida, según el caso. La malla inicial, sin embargo, sí puede apreciarse con claridad en las figuras de Headlines, que resaltan sobre las líneas negras que se alternan en el fondo; una obra que el director Enrique de Andrés muestra a los visitantes para ilustrar esta técnica de modelaje, y donde pueden verse las líneas que forman el volumen al que se adhiere el color negro.
Y es que en estas obras, que a primera vista pueden parecer esencialmente abstractas o geométricas, aparece también la figura, que para Tomy Ceballos, tanto en el arte como en la realidad, está siempre presente: “La figura siempre está, aunque esté en el abstracto; solo que puede salir en la foto o no”, dice el artista; y explica que la figura –la nuestra, la de los objetos…– simplemente está ahí, y pone de ejemplo que puede aparecer en una fotografía si está frente a la cámara, pero basta moverse un par de pasos para que deje de estar en plano y no figure en la imagen final.
No obstante, Tomy Ceballos no define sus obras como figurativas: “No hago ni arte figurativo ni abstracto, huyo de los límites”, dice el artista. De hecho, defiende que las obras se han imprimido en lienzos, pero al tratarse de archivos digitales, las posibilidades se amplían: podrían utilizarse otros muchos soportes y convertir en obras de arte, por ejemplo, las puertas de una casa o cualquier posibilidad que se imagine.
Todas las obras expuestas juegan con el blanco y negro, y dan unas composiciones donde, a la vista, prima el equilibrio y la quietud; quizá porque se han hecho en el silencio de la noche, que es cuando Tomy Ceballos se sienta ante el ordenador para dedicarse a su trabajo artístico y encuentra uno de esos Océanos Pacíficos que dan título a la exposición. “Lo he hecho cuando se dormía toda la gente, y entonces podía trabajar en absoluta paz”, dice el artista. Un concepto que, como puede comprobarse en el texto poético de presentación de la muestra, se extiende a las pequeñas cosas inmateriales que traen esos momentos de calma, de océano; y que de esta manera quedan abiertos a la interpretación del espectador.
Por eso se lee, en la pared que da inicio a la exposición, que este océano pacífico es «el inconsciente, el más grande y profundo de la Tierra», que «posee más islas que todos los océanos juntos», y puede ser un «suspiro de belleza», las nubes blancas que a veces pasan sobre nosotros, «una sonrisa que te inunda la cara y te sorprende como un cubo de agua fresca, recordando una loca décima de segundo de la vida» o, en el caso del artista, trabajar en esos momentos de quietud en la noche.
También en la entrada pueden verse unas obras completamente distintas a la colección principal. Se trata de unas cajas de luz que pertenecen a una etapa anterior, y que son la antesala de la nueva propuesta: “Siempre me gusta poner el principio del camino, y luego ya el final, que quizá sea el principio de otro. Me gusta, ya que no puedo explicar la historia, que se vea la estela que voy dejando, la huella en el camino que voy siguiendo”, dice Tomy Ceballos, que busca así que el espectador pueda conocer ese trabajo anterior y comprobar cuáles han sido los pasos que le han llevado a su trabajo más reciente.
La exposición, una vez clausurada, se mostrará en otras ciudades, también fuera de la Región de Murcia. Mientras tanto, Tomy Ceballos pasará a formar parte de AdB Gallery, la plataforma que Arquitectura de Barrio pondrá en marcha de cara al curso que viene, y donde continuará su labor de promoción de artistas locales mostrando su trabajo en la red.