Al subir hasta el final de los escalones, aparece una amplia duna vista desde la orilla que anuncia la presencia de las obras que visten el resto de la sala. Un grupo de flamencos posan en el tríptico del fondo, junto al rojo de la Fundación Cajamurcia; y un apaisado cuadro con salinas da paso, en el espacio contiguo, a temas de arenales, de horizontes con molinos blancos y aguas transparentes de tonos verdes, azules y rosados.
Es Salinas y Arenales, la exposición que desde el 20 de marzo y hasta el próximo 6 de abril pone la obra de Ascensión Pérez en el Aula de Cultura de la Fundación Cajamurcia de San Pedro del Pinatar; una muestra de 20 óleos donde la pintora cartagenera refleja algunos de los rincones más representativos del paisaje pinatarense, con unos temas que ponen en relieve la riqueza y diversidad de uno de los parajes más reconocibles de la Región.
Es la primera vez que estas obras pueden verse en San Pedro del Pinatar, después de una primera muestra que tuvo lugar en febrero de 2015 en Murcia, en la Galería de Arte Cuadros López. “Lo expuse en mi galería habitual”, dice Ascensión Pérez sobre este trabajo; “pero ya al tiempo pensé que era muy bueno mostrarlo allí mismo, en el mismo pueblo de San Pedro, y estoy muy contenta de que Cajamurcia me respaldara”.
En muestras anteriores, Ascensión Pérez se ha centrado en temas de dunas y marinas, algunas de ellas tomadas de la también pinatarense playa de la Llana; pero nunca antes se había centrado en las salinas y arenales que rodean este espacio natural. “He paseado mucho por allí buscando la playa, el mar; pero al ir para allá llega un momento que dices: «¿pero qué tengo delante que no estoy pintando?»”, dice la pintora cartagenera, que veía todo ese paisaje de camino a la Llana, donde iba a buscar temas. Había en ese entorno unos colores y una quietud adornada con flamencos que la cautivaron; y, por ello, decidió pintar también toda la zona de las salinas, además de las dunas y arenales que forman parte de ella.
La exposición, en respuesta a su título, recoge tanto arenales como paisajes de salinas; además de retratar los molinos de sal, tan propios del horizonte de la zona, y la presencia de los flamencos, que la pintora destaca sobre las otras especies del humedal. “Hay muchísimas aves, pero los flamencos son los que más me seducen a la hora de pintar”, dice Ascensión Pérez. “Ellos están ahí, es como su casa; ellos van, vienen… forman parte del paisaje”, explica la artista, que los ha plasmado tanto en bandada como en solitario, siempre en pie sobre las ondas que crean en el agua al caminar.
“El flamenco es un ave muy misteriosa, porque tienen su propio mundo”, dice Ascensión Pérez, y cuenta que, a la hora de realizar fotografías para estudiar el tema, acercarse a los flamencos no ha sido tarea fácil, por cómo se alejaban lentamente salina adentro, o escondían el cuello en el agua. “Me era muy complicado fijarme en ellos, tener los grupos que yo quería porque se iban, pero muy despacio; como que veían que venías tú a echar una foto o coger algún apunte”, cuenta la pintora. “Y rara vez los veía volando, que también es un espectáculo. Quizá alguna vez pinte el flamenco en su vuelo, todo se andará”, añade.
Un trabajo que pone en la sala motivos pictóricos distintos, y que refleja en ellos la diversidad de un mismo paisaje. “A la hora de exponer, a mí me gusta mucho desarrollar un tema, un único tema; pero esto es desarrollar un paraje, desarrollar un entorno”, dice Ascensión Pérez, y explica que se trata de un tema muy dinámico, que reúne la quietud de los molinos, la sorpresa de los flamencos, el espectáculo de nubes del cielo. “Es todo lo que ofrece ese entorno tan unido del mar, las salinas, la playa, los molinos que también forman parte del paisaje, algunos montones de sal… todo. Es un entorno muy pintoresco”, concluye.
Cada uno de los cuatro temas principales –salinas, arenales, molinos y flamencos– viene acompañado por un breve texto, que el visitante puede leer en la pared junto a una obra representativa de cada serie temática, con la firma de Carmen G. Grandal. “Las exposiciones normalmente van acompañadas de algún escrito, alguna introducción; pero esta exposición requería un acompañamiento literario”, dice la artista, que siempre cuenta en sus exposiciones con los escritos de la autora.
Para elaborar la obra, Ascensión Pérez ha asistido previamente a visitas guiadas que recorren el Parque Regional de las Salinas y Arenales, y que detallan todo lo relativo a los humedales y al funcionamiento de las salinas. “Cuando es por ejemplo el mar, ahí lo tienes. Nadie tiene que explicar nada. Pero cuando vas a pintar un molino… ¿qué pasa con ese molino? ¿Por qué está ahí? ¿Cuál fue su función? ¿Por qué sigue en pie?”, dice Ascensión Pérez; y lo mismo sucede con las salinas, donde las aguas se dejan ver tres colores distintos que debían tener su explicación. “Todo ese conocimiento me ayuda a pintar, y por supuesto me da mucha satisfacción conocer todo eso”, dice la pintora.
Porque, para desarrollar los temas en el estudio, es necesario haber realizado fotografías sobre el terreno, y haber hollado el paisaje para tenerlo bien estudiado; visitas que han transcurrido en días cálidos y tranquilos, pero también en otros fríos y de viento, donde el tiempo no acompañaba. “Eso sí, esos días han acompañado unas nubes muy bonitas, que sí pienso que he conseguido plasmar”, dice la pintora, que para buscar un tema y trabajarlo hasta plasmarlo en el lienzo necesita, ante todo, que le emocione: “Me tiene que arrancar una emoción muy especial para que yo dedique horas y horas a pintar lo que veo”, cuenta la artista, y explica: “Hay algo que me dice: «esto hay que pintarlo»”; porque es a partir de esa emoción cuando comienza a prestar más atención a los colores, a las nubes, a la disposición del tema.
Todos esos paisajes han quedado recogidos en la colección en formatos muy distintos, que van desde los pequeños lienzos de flamencos hasta el enorme tríptico de la pared del fondo. “La exposición tiene que tener un dinamismo. Aparte, hay temas que me apetece hacerlos más pequeños, y otros desarrollarlos más grandes. De todas formas, por el espacio que hay en esta sala tampoco he querido traer temas excesivamente grandes; pero sí me gusta que un tríptico presida la exposición”, dice la pintora, que se ha cuidado de adaptar la colección a las paredes del Aula de Cultura en una estudiada disposición de la obra.
En esta disposición, el primer cuadro que recibe a los visitantes que entran a la sala es uno de formato amplio y horizontal que, dentro de los temas de arenales, no representa una duna cualquiera. “Hay una duna muy grande que a mí me ha enamorado siempre”, dice Ascensión Pérez, y explica: “Ahí descubrí la azucena de mar, que he pintado en muchas ocasiones; de hecho hay un cuadro donde la he puesto también en la exposición”, dice, en referencia a Primavera en la duna, el cuadro contiguo. Una duna desde donde la pintora puede contemplar, a un lado, la playa; y al otro, todo el paisaje que ofrecen las salinas. “Esa duna es muy importante para mí. Siempre me ha gustado, y por eso también la he puesto en esta exposición”, explica la pintora.
Si tiene que escoger una de las obras de la muestra, Ascensión Pérez se decanta por Salina, un paisaje donde se aprecia con toda claridad cómo las salinas quedan divididas tonos azules, verdes y rosas, y que es la imagen del cartel que anuncia la exposición. “Es un cuadro que reúne todos los elementos propios de este paisaje, que son los tres colores de las salinas, acompañados de un horizonte muy particular, con su paisaje urbano levemente puesto; y luego unas nubes que equilibran mucho el tema”, explica Ascensión Pérez, y señala que el cielo, que siempre le emociona, es el elemento que da la luz al cuadro.
Hay en la exposición algo curioso, y es una luna que aparece tímidamente sobre una de las aspas de un molino de sal, el Molino de Quintín, que es el protagonista de una de las obras. No formaba parte del tema, y sin embargo apareció con el propio desarrollo del cuadro: “Salió por casualidad, y ya la dejé”, dice la artista, y explica que ocurrió como cuando, durante un paseo, se mira al cielo sin pensarlo, y se descubre que la luna está ahí, en el cielo azul del día: “Me pasó lo mismo”, dice Ascensión Pérez; “yo no la pinté, pero ahí salió la luna”. Porque, para ella, el cuadro, al pintarlo, tiene su misterio; y lleva con él un sufrimiento, pero también una satisfacción, que es la de plasmar en el lienzo la belleza de un paisaje que le emociona.
“También hay aquí un homenaje. Mi bisabuelo paterno, José Gómez Manresa, fue alcalde de San Pedro del Pinatar”, dice la pintora. “Son cosas familiares, y me gusta que haya pasado tanto tiempo y yo, que soy su bisnieta, tenga una exposición de las salinas donde él vivió, y donde mi padre de pequeño estuvo jugando por el pueblo”, añade Ascensión Pérez, que aunque nunca llegó a vivir en la localidad pinatarense, sí guarda un vínculo con ella, y muestra en estos cuadros ese cariño y recuerdo para su familia y sus raíces.
La pintora cartagenera sigue trabajando en nuevos proyectos, que posiblemente tendrán a la Ciudad Portuaria como siguiente parada. Mientras tanto, en la discreta sala que permanece abierta frente a la Iglesia y la plaza de San Pedro del Pinatar puede verse, en palabras de la artista, una exposición sencilla, limpia, ligera, que no tiene mucho que explicar. Una exposición donde los pinatarenses encontrarán, esta Semana Santa y hasta el 6 de abril, unas pinceladas que son testigo de la belleza de su más cercano y reconocible paisaje.