Sobre el blanco de los paneles, en la Sala Alta del Real Casino aparece el color de las aceras, de los edificios y del ir y venir de los transeúntes de la Gran Vía de Madrid, la calle del Carmen de Cartagena, el centro de Murcia y las calles de Londres; cuatro ciudades que quedan recogidas en una treintena de cuadros, aunque con una peculiaridad: en ellos, el escaparate de las tiendas, cafeterías y restaurantes devuelven un reflejo de la ciudad que protagoniza el tema y es, en muchas ocasiones, la pista para identificar la calle, plaza o avenida retratada.
Es La Ciudad Reflejada, la individual de Rosana Sitcha que, desde el 9 de noviembre y hasta su clausura el pasado día 30, ha puesto en el Real Casino de Murcia los reflejos de cuatro ciudades: Murcia, Cartagena, Madrid y Londres. Comisariada por Pedro López Morales, la muestra ha vestido la sala con cuadros de formato amplio, de atrevidos verticales y horizontales, y una cuidada serie de 30×30; un total de 28 obras que se centran en el paisaje urbano, que es junto con el retrato femenino uno de los temas más identificativos de la artista.
La iniciativa de llevar una individual a la Sala Alta surgió a raíz de Soliloquio Urbano, la muestra que estuvo expuesta en el Aula de Cultura de Cajamurcia de Madrid y que llegó a Cartagena el pasado año, a la sala de la Fundación. Allí, una socia del Casino vio la exposición, propuso a la artista en el propio Casino, para realizar allí una muestra; y finalmente se le ofreció la individual en la Sala Alta. “La verdad es que vi una buena oportunidad, porque la sala está muy bien localizada, y había mucha gente que tenía ganas de que expusiera aquí en Murcia”, dice la artista cartagenera, risueña y sentada a una mesa al pie de uno de los cuadros, junto a las ventanas del fondo; y cuenta que ya conocía la sala por haber participado en la colectiva Pintamos Murcia, que llevó al Real Casino en 2015 la obra de pintores consagrados y emergentes de la Región.
Para realizar la exposición, Rosana Sitcha ha trabajado el paisaje urbano, pero desde ese nuevo enfoque que es poner en el centro los reflejos que ofrecen las lunas de los escaparates. “Realmente el tema de los reflejos empezó de forma un poco casual”, cuenta la pintora; y explica que entre las muchas fotos que acostumbra a hacer en las ciudades que recorre, ya había incluido alguna vez escenas con reflejos que le cautivaron: “Hice fotos, empecé a hacer algunos cuadros, y a partir de que me propusieron exponer aquí pues me surgió la idea de hacer un proyecto solamente basado en reflejos urbanos; en la ciudad reflejada en los escaparates”.
Y si Rosana Sitcha ha escogido estas cuatro ciudades no ha sido por azar. No podía faltar Murcia, por ser la ciudad anfitriona de la exposición, como tampoco podía faltar la Ciudad Portuaria: “Es mi ciudad. Es donde nací, me encanta y siempre intento buscar rincones que me gustan de Cartagena”, dice Rosana Sitcha con una sonrisa; y explica que también incluye a Madrid, porque lleva cinco años viviendo en la ciudad de la Gran Vía, que la ha enamorado; y a Londres, porque al visitar allí a una amiga descubrió muchos de esos rincones de escaparates, y fue en esta ciudad donde terminó de afianzar este nuevo tema. En estas tres últimas ciudades, armada con la cámara de fotos, la artista se dejó sorprender por los reflejos y escenas que encontraba, sin buscar rincones especialmente reconocibles. En los temas de Murcia, sin embargo, por ser la ciudad donde tendría lugar la exposición, la artista ha dado un paso más y ha buscado que en los reflejos aparezcan edificios y calles típicas de la ciudad. “Cuando he venido a Murcia sí que quería buscar rincones emblemáticos”, dice la artista; “rincones que de hecho igual otra persona que no conozca Murcia no sabe si es otro sitio, como por ejemplo el Café Lab o algunas zonas de la Gran Vía, que podrían ser de cualquier ciudad”; aunque la gente de Murcia, dice la artista, sí los reconocerán; y por ello las fotografías han sido más meditadas, y con una idea previa de qué escenas y reflejos concretos quería plasmar.
Es el caso de los dos cuadros que cierran el panel del fondo de la sala, y que muestran, con luz diurna y nocturna, la calle Frenería y el cristal de la pizzería Imperial, donde se refleja parte de la fachada de la Catedral. Explica la artista que, cuando ya tenía pintado el primero de estos dos cuadros, quiso hacer una escena similar pero de noche, y acudió a esa misma calle para realizar la fotografía. “Cuando llegué intenté fotografiarlo por la misma zona, pero no se veían los reflejos, porque claro, depende de si está la parte de dentro iluminada”, explica Rosana Sitcha; “y entonces sí me costó encontrar el reflejo como si dijéramos perfecto para que se reconociera la Catedral, pero al final lo conseguí”.
Y así, buscando reflejos, Rosana Sitcha ha retratado la Gran Vía, la Plaza del Cardenal Belluga y de los Apóstoles; la calle Correos, la Plaza de las Flores y la Plaza de Santa Catalina, entre otras zonas de Murcia. A estas obras, realizadas este año para la colección, se suman otras anteriores aunque recientes, de los últimos tres años; como Reflejos IX, que ya estuvo en la Sala Alta en la colectiva de Pintamos Murcia, y retoma la cabina telefónica, un tema que la artista trabajó hace casi una década, y que en esta obra lleva a su pintura actual, más realista, e incorpora la idea de los reflejos, que empezaba entonces a gestarse.
En las escenas de los cuadros, ninguna de las calles aparece desierta. “Siempre intento que la gente esté presente, que los habitantes estén ahí. Al final son los protagonistas de la ciudad y los que le dan vida”, dice Rosana Sitcha, que cada vez le da más importancia a esta presencia, y procura introducirla en los cuadros de forma más o menos explícita: “Hay veces que igual es menos evidente, porque sí que parece mucho más solitaria la ciudad; pero siempre como que se intuye la gente dentro de un coche, o en un escaparate dentro de un comercio”, explica la pintora.
En los cuadros se aprecia, además, que en muchas ocasiones las sombras son muy duras en contraste con los cielos y fondos, que son muy blancos o con mucha luz, como sucede al mediodía. En uno de los cuadros, de hecho, aparece un termómetro callejero que marca las 13:45 horas, con la luz propia de este momento del día. “A mí me gusta que haya siempre contrastes muy fuertes en la obra”, dice Rosana Sitcha; “entonces siempre intento, cuando salgo a hacer fotos, que haya una luz muy potente, que sean mediodías; que haya fuertes contrastes entre las zonas blancas y las zonas de sombra”; unos contrastes que también aparecen en las escenas nocturnas, donde hay zonas muy oscuras y otras iluminadas por farolas. La pintora también busca el contraste en los paisajes urbanos menos soleados, como la atmósfera propia de Londres, que da fotografías más tenues que pueden corregirse en el mismo lienzo dando otros tonos, como en el cielo, que Rosana Sitcha llega a cambiar de color para que quede blanco, en el tono característico de Madrid.
Estos contrastes aparecen, por ejemplo, en Perfumería Rosi, el cuadro al que la pintora se dirige cuando se le pide que escoja una de las obras de la muestra. Estuvo expuesto en el Aula de Cultura de Cajamurcia de Madrid y Cartagena con Soliloquio Urbano, y para realizarlo, Rosana Sitcha quería pintar una zona de la Gran Vía de Madrid que fuera representativa, pero que se alejara de la típica vista del Metrópolis. “Buscando entre los archivos de fotografías encontré esta foto, que realmente me enamoró, e hice este cuadro, que cualquier persona que conozca la Gran Vía enseguida lo reconoce”, explica la pintora, y añade con una sonrisa: “Le tengo mucho cariño a este cuadro por lo que representa, por la Gran Vía, por el tema de los reflejos; e incluso por el nombre, porque mi madre se llama Rosi”. Además, explica Rosana Sitcha que el reflejo está en el escaparate de la tienda Loewe, que ya ha retratado en otras ocasiones por ser de un cristal curvo que devuelve unas imágenes distintas, deformadas; más irreales.
Todos los cuadros de la muestra, como el conjunto de la obra de Rosana Sitcha, están hechos con acrílico, que por su rápido secado le permite trabajar la pintura en planos, con la opción de utilizar medios retardantes para realizar fundidos. Y siempre pinta sobre tabla, hasta el punto de que cuando alguna galería le pide cuadros sobre lienzo, ella opta por montar la tela sobre una tabla, para lograr un efecto lo más parecido posible. “Me resulta más cómodo. Llevo desde que terminé la carrera pintando sobre tabla, y he intentado pintar sobre tela, pero no me parece igual”, y explica que no permite dar la misma pincelada, y que, sobre tabla, puede aplicar más materia en el cuadro, como en sus retratos.
Después de La Ciudad Reflejada y de estas imágenes que los escaparates regalan, el próximo paso para Rosana Sitcha será Cartagena, donde llevará la colección que estuvo expuesta el pasado año en la Fundación Pedro Cano, Los Cuatro Elementos: la fuerza de la naturaleza, donde combina retratos femeninos con los cuatro elementos de la Antigüedad clásica. Una muestra que, ampliada con una nueva serie, podrá verse en el Teatro Romano y el Palacio Consistorial de Cartagena.