José Claros lleva la cultura de Persia al Real Casino

Las escaleras que conducen a la Sala Alta del Real Casino aparecen flanqueadas por plantas aromáticas que marcan el camino a la exposición. En la antesala de la puerta, aparece un pebetero con fuego simulado junto a telas decoradas con motivos persas; y ya en el interior, flores, murales, pájaros y mezquitas se entremezclan con dátiles, libros de Las mil y una noches, orfebrería y objetos en vitrinas que trasladan al visitante al oriente más exótico.

Es ‘Souvenirs persas’, la muestra de José Claros (Murcia, 1948) que ha llevado al Real Casino una personal representación de la cultura persa. La exposición, realizada del 7 al 30 de mayo y coordinada por Miguel Olmos, reúne una colección de casi cincuenta obras; acrílicos, acuarelas y dibujos acompañados por una serie de objetos y telas, además de música y otros elementos que conforman la parte instalativa de la exposición.

En concreto, la muestra es resultado de un viaje que el artista realizó a Irán hace ahora cuatro años. Las obras y objetos presentados recogen impresiones, lugares visitados y experiencias; algo habitual en la obra de José Claros: “Cada vez que viajo, de vuelta me pongo a trabajar y preparo una exposición sobre el país que visito”, explica el artista, sentado junto a unos de los balcones de la Sala Alta.

La exposición aborda la cultura persa desde distintas temáticas. La primera, presente ya en la pared de inicio de la muestra, es la recreación de los murales de sus palacios, con llamativos tonos azules, rojizos y dorados. “Lo que he hecho ha sido tomar parte de los murales para hacer una representación de esas escenas bucólicas de la Edad Media”, dice José Claros, y explica que fue el sah Abbas quien, en su gusto por la estética bizantina, mandó pintar una serie de escenas y figuras al fresco, cuando la cultura del islam no admite incorporar la figura humana en el arte.

El resultado, unos murales que, en palabras del artista, tienen un colorido y una forma de presentación con tonos fuertes y limpios, además del característico color oro, que aportan a la exposición un aire más fuerte sobre el país visitado.

Esta temática aparece también acompañada por dibujos basados en los murales; escenas abocetadas que difieren de las originales, precisamente, en la técnica.

Al contemplar la sala, sin embargo, la mayor parte de la obra contiene motivos florales en pequeños formatos donde las flores aparecen al natural, en vasos de cristal, o bien en composiciones. Se trata de flores procedentes de jardines persas, en homenaje al esmero y cuidado que se dedica a estos espacios, en contraste con el carácter desértico del país.

En la obra también aparecen algunas de las mezquitas de Irán, además del retrato de algunos personajes: mujeres que caminan, ocultas en vestiduras negras; hombres que venden pájaros y fruta; religiosos de las mezquitas, y también vendedores de flores, presentes en las calles de diversos países de oriente.

              

Junto a estos retratos, aparece una nueva temática: los pájaros; un motivo común en el arte islámico junto con los arabescos, por no poder representar la figura.

Esta temática la preside una obra circular donde aparece representado un pavo real, con toques de colores cálidos que contrastan con los azules y tonos fríos que predominan en el conjunto. En ella, señala José Claros, la vista del espectador realiza un recorrido: comienza por la planta de la parte inferior del cuadro, se dirige luego a la luz de los tonos cálidos, pasa por la cabeza del pavo real, y después vuelve al amarillo, al otro lado.

“Te va envolviendo totalmente. Y luego está en tonos fríos y cálidos al mismo tiempo, con los azules, los rojos, los amarillos, los verdes… es una explosión de color”, explica el pintor; e indica que esto mismo sucede, por ejemplo, con la obra de mayor tamaño de la parte de los murales, donde los distintos elementos llevan a hacer un recorrido circular de unas áreas del cuadro a otras, por la disposición de los tonos y figuras en la composición.

El pavo real está acompañado en su panel por otras dos obras sobre pájaros de aspecto matérico, y que siguen una técnica totalmente distinta: “en los dos cuadros ovalados he querido representar la técnica muralística del fresco, donde primero se prepara la pared con yeso y con cal muerta, y después se pinta”, explica José Claros, que ha buscado recrear el efecto de estos murales, de aspecto antiguo y desconchados, y llevarlo a su propia obra.

Al recorrer la sala, pueden verse también los objetos que, dispuestos sobre telas, representan distintos aspectos de la cultura persa que han captado la atención del artista. Estos objetos se detienen en aspectos religiosos, con referencias a la mano de Fátima y otras manifestaciones del islam; detalles sobre medicina, y también dátiles y pistachos, donde el artista recuerda cómo tuvo la oportunidad de, en un huerto, probar los pistachos directamente de su árbol. También hay objetos de orfebrería, tomos de Las mil y una noches con una lámpara, y objetos que evocan distintos aspectos del zorastrismo, la religión donde se adora a los cuatro elementos –de ahí el fuego simulado que acoge al visitante en la entrada.

“Todo esto es un compendio de cosas que vas asimilando, y de querer representarlas con lo mínimo”, explica José Claros, y añade que los elementos presentados no son souvenirs para el turismo, sino objetos personales y antiguos del país visitado.

Al conjunto se le añade música oriental, los elementos textiles que acompañan a los objetos y a la decoración del piano central, y también los arreglos florales, con las plantas aromáticas dispuestas en la escalera que conduce a la exposición. “He querido meter plantas aromáticas para que en el ambiente también se sientan los perfumes del país. Y lo mismo el concepto del vestuario”, explica el artista, en referencia a la parte performática que dio inicio a la muestra el día de la inauguración.

Esta forma de enfocar las exposiciones, acudiendo a objetos, música y aromas para complementar la obra, es algo que José Claros ha incorporado a sus exposiciones desde hace décadas; y lo mismo los homenajes a los países visitados y su cultura: “Las exposiciones que he realizado han sido sobre Marruecos, la China, India, sobre la ruta de la seda y el té; y sobre África he hecho tres exposiciones: ‘Un acercamiento a África’, otra sobre religiones, y la tercera que hice fue ‘El oro de África’, que eran esculturas en oro, ébano y marfil”, enumera el artista. A estas exposiciones hay que sumarles obras sobre México, y sobre Perú, Guatemala y Brasil, entre otras muchas temáticas.

Unas obras que el artista realiza después de sus distintos viajes, para llevar a las salas de exposiciones de Murcia un souvenir de la experiencia vivida y la cultura contemplada.

Parte de la esencia del viaje a Irán presentado puede consultarse en el catálogo de la exposición, donde a las imágenes de las obras se suman distintas fotografías. Sus páginas recogen también los textos de Juana Marín Saura, Soren Peñalver y Encarna Zamora, dedicados al artista y a la cultura de Irán y Oriente Próximo; además de las reflexiones del propio José Claros y la presentación del presidente del Real Casino, Juan Antonio Megías.

Las próximos proyectos del artista pasan por Etiopía, con materiales sobre los que va a empezar a trabajar; además de, entre otras temáticas, una serie sobre el tondo veneciano, con distintos bodegones en torno a este motivo.

Hasta entonces, en ‘Souvenirs Persas’ José Claros ha ofrecido una de sus exposiciones de viajes, y ha permitido que, desde Murcia, el espectador pueda trasladarse a Persia a través de su obra.

Redactora y editora de El Visitante.

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