El breve texto explicativo, sobre el blanco de la amplia pared, está escoltado a un lado por los ocres y el solemne claroscuro de La Caída; y al otro, por el resuelto trazo del Autorretrato que da inicio a la exposición. En las otras paredes, los ocres y marrones de los enmarcados lienzos trasladan, con solo un vistazo, a la Murcia del pasado siglo; y los paisajes, retratados rostros, escenas y bodegones llevan al espectador a redescubrir la personalidad y pincelada de uno de los pintores más emblemáticos, y también más discretos, de la pintura murciana de principios del siglo XX.
El título, en grandes letras, puede leerse en la pared de entrada. Es Joaquín. Un siglo después; la exposición temporal que, comisariada por Javier Bernal Casanova, pone en el Museo de Bellas Artes de Murcia (MUBAM) un total de 35 obras, 11 de ellas inéditas, con retratos, maternidades, paisajes, escenas y bodegones que hacen un recorrido por más de 40 años de trayectoria artística. Un conjunto de obras que, procedente en su mayoría de colecciones privadas, llega al público pasados cien años de la primera exposición del pintor Joaquín, que tuvo lugar en el salón de Columnas del Círculo de Bellas Artes de Murcia en 1918. Una primera individual que es, precisamente, el motivo de la actual muestra: “El motivo es que se cumplen cien años de la primera exposición que hizo Joaquín, que por cierto solamente hizo dos: una en 1918, y otra en 1928”, dice Manuel Gómez, coleccionista que ha aportado obra para la exposición. El germen de la muestra, sin embargo, está en una obra concreta: el pequeño Autorretrato que preside la pared de entrada.
Se trata, tal como reza el texto de presentación, de un Autorretrato que el escultor y director general de Bellas Artes, Mariano Benlliure, pidió a Joaquín en 1919 para que formara parte de la exposición Españoles en París, que tendría lugar en el Petit Palais. “Se sabía de la existencia de este cuadro, pero nunca lo habíamos visto”, dice Manuel Gómez, y cuenta cómo había permanecido sin localizar hasta hace dos años, cuando fue hallado por casualidad en Murcia, en una colección privada; y cómo éste es, junto con otro óleo y un dibujo, uno de los tres únicos autorretratos que existen de Joaquín. Una obra de pequeño formato que encabeza la exposición y encierra la esencia de la obra del pintor.
“Llamó la atención del escultor Mariano Benlliure, por eso es que antes que ninguno de su generación estuvo expuesto en París y en Londres, con elogio de la crítica”, explica el coleccionista, que es además un gran conocedor de la obra de Joaquín. “Para el año en que se pintó, Joaquín era un adelantado. No es un retrato al uso”, dice Manuel Gómez, y señala que hay quienes, salvando las distancias, han visto ciertos toques del inglés Bacon en esta forma de abordar el retrato. “Lo que hay detrás de él es un gran pintor”, señala, e indica que las formas del autorretrato no están terminadas, ni perfiladas, y que salta a la vista que es una obra importante.
Las obras, en su conjunto, hacen un recorrido por la trayectoria del pintor, y a la hora del montaje, se ha mantenido un matiz cronológico. El cuadro que abre la exposición, a la derecha, es un Huerto Manú de 1911, firmado por un joven Joaquín que tenía entonces 19 años; y tras él aparece el resto de las obras, que abarca bodegones, retratos y maternidades de las siguientes décadas, hasta llegar a obras con fecha posterior a 1950. “Se ha intentado exponer cuadros de todas las épocas, y de todos los lugares donde ha estado, porque estuvo en Murcia, después de Madrid, en Lorca y por último en Barcelona”, dice Manuel Gómez.
Explica el coleccionista que entre las obras, óleos sobre lienzo y sobre tabla en su mayoría, predominan los retratos, y esto porque el pintor, en su trayectoria, realizó un gran número de ellos; de ahí que, en la exposición, puedan verse retratos de personajes de la sociedad murciana, de sus hijos, o de la pintora Sofía Morales, que fue la alumna predilecta de Joaquín en la Escuela del Malecón. Los bodegones son, en el conjunto de su obra, más contados; aunque no por ello menos importantes. “Los paisajes también son escasos. De hecho, su deseo era, cuando estaba en Barcelona, venir a vivir aquí a Murcia para pintar paisajes, pero la enfermedad que tenía los últimos años se lo impidió”, explica el coleccionista. “No obstante, continuaba pintando en el hospital, para pagar las medicinas y la asistencia médica. Nunca dejó de pintar”, añade.
Entre los cuadros, hay más de una decena que son completamente inéditos, y que nunca antes habían sido mostrados al público. Es el caso del retrato del hijo del pintor, Santos; que pertenece a la familia de Joaquín y puede verse por primera vez en esta exposición. También son inéditos el Bodegón de las uvas; el Retrato de niño, que pese a haber estado en la exposición de 1928 no se había vuelto a mostrar hasta la fecha; Retrato de joven y Enterramiento, pintados en los años 30; y un retrato de José Manuel Martínez Rogel de primera época. Otra de las novedades de la exposición está en los tres retratos de muy pequeño formato que, en lugar de óleos, son dibujos a lápiz, y muestran la faceta de Joaquín como dibujante; así como el retrato del médico Antonio Hernández Ros Codorniú, que figura en el catálogo; y el paisaje del Huerto Manú de 1911, con el curioso detalle de estar dedicado a Antonio Planes; el hermano del escultor José Planes, que no era sino el padrino de Santos, el hijo del pintor. Un paisaje, el del Huerto Manú, que pone la única nota de tonos verdes y de colorido a una exposición dominada por los ocres, y por una fuerte unidad cromática y de estilo.
Cuando se le pregunta qué obras de la exposición destacaría como más relevantes, el coleccionista señala una de cada materia, empezando por el Cristo de La Caída; un cuadro de grandes dimensiones que es uno de los más importante de Joaquín. Como bodegón, Manuel Gómez se decanta por el Bodegón con taza; y como paisaje, por el de las Casas del Barranquete, sin fecha conocida. También destaca los cuadros que abren y cierran la exposición: el inédito Autorretrato y el Búcaro con flores, que pertenece a la última etapa del pintor; así como el Retrato de mujer, que es propiedad de la Comunidad Autónoma, y un retrato más: el de Alfredo Hernández Noguera. “Es el hijo de un amigo de Joaquín que le dio cobijo allí cuando se fue a Barcelona, donde estuvo seis años”, explica Manuel Gómez sobre el retratado, hijo de quien fue marchante del pintor. “Le proporcionó clientes, alojamiento… Era un ilustre abogado, y este retrato solamente salió hace unos años en una exposición aquí en el MUBAM, pero ahora lo pueden ver en Murcia los aficionados a la pintura. Es de los mejores que hizo”, concluye el coleccionista, que aunque destaca estas obras, insiste en que cada uno de los cuadros de la muestra tiene su encanto y su atracción.
Una exposición que reivindica a Joaquín como uno de los artistas más importantes de la pintura española de principios del siglo XX; y recuerda, además, que siempre ha contado con el reconocimiento de críticos, coleccionistas y artistas. “Los pintores contemporáneos de Joaquín siempre le han alabado pictóricamente”, dice Manuel Gómez; y señala las citas que pueden leerse en las paredes de la sala, y que son de artistas como Muñoz Barberán, Gómez Cano, y también Ramón Gaya y Pedro Flores, con quienes Joaquín formó terna como parte de la llamada Generación del 20.
En ellas, puede leerse cómo Pedro Flores reconocía que la pintura de Joaquín tenía, para él, una fuerza de atracción indiscutible; y cómo Ramón Gaya reconocía, setenta años después de haber descubierto la pintura de Joaquín en sus inicios, que «por aquellas pinceladas turbias, sucias, andaba enredada una sustancia pictórica, muy verdadera y viva, rica y fija», que él reconocía un poco a tientas, como una ley central y originaria de la pintura. También hay una cita del crítico Oliver, que subraya esos trazos sugeridos, inacabados, que pueden verse en el Autorretrato y en el conjunto de la obra de Joaquín: «Esas sugerencias de objetos que se ven, pero que no están pintados, son las notas magistrales de un pintor que mantiene unos criterios estéticos inamovibles con una claridad inquebrantable, con una obra de un marcado carácter unitario», es la cita del crítico que puede leerse en la pared.
Este carácter unitario puede verse en la exposición, que muestra en los más de 40 años de trayectoria del pintor un estilo consolidado y que persiste en sus diferentes etapas. “No participaba, por su carácter, en las exposiciones de Madrid, pero era un pintor que amaba la pintura”, dice Manuel Gómez, y explica: “No cambió nunca sus ideas respecto a la pintura. Él tuvo un camino de formación, pero a partir de los veinticinco, veintiséis años él siguió una línea”; una línea que, indica el coleccionista, estuvo muy influenciada por el Museo del Prado y los grandes artistas de la pintura española, como Goya o Velázquez, por haber estado el pintor becado en Madrid. “De ahí salió hacia un camino, que es lo que se ve. Él no cambia la línea, sigue con sus ideas desde el principio hasta el final de su pintura: no hay altibajos, no hay modas, no hay épocas… y eso es muy importante”, señala Manuel Gómez.
“La exposición se inscribe dentro de lo que es una de las líneas del Museo de Bellas Artes de recuperar, o de poner en valor, la obra de artistas murcianos fundamentalmente de los siglos XIX y XX”, dice Manuel Lechuga, responsable del museo. “Y uno de ellos, que quizá sea el mayor desconocido, al que menos se le había dedicado una exposición en el MUBAM como la que tenemos ahora, es Joaquín; quizá porque no fue demasiado prolífico en sus obras, o porque buena parte de las obras están en colecciones particulares y no se habían visto”, prosigue el director, que concluye: “Creo que se ha conseguido reunir una buena muestra de la obra de este pintor, y que está teniendo una buena acogida”, dice de una exposición que, inaugurada el pasado 26 de junio, ha podido recibir la visita de los murcianos, pero también de espectadores de un perfil más turístico.
Este recorrido y puesta en valor de la pintura de Joaquín estará en las paredes del MUBAM hasta el próximo 23 de septiembre. Hasta entonces, los visitantes pueden seguir redescubriendo a este artista murciano, y dejarse sorprender por la atmósfera de la sala y la impronta de sus obras.