Ándalus: primera individual de Alfonso del Moral en Chys

Las paredes de Chys, desde el umbral de la sala, aparecen repletas de cuadros de pequeño formato que, enmarcados en impecable color blanco, muestran espacios y detalles de la arquitectura islámica. Arcos de herradura en puertas y torres, celosías, columnas, fuentes y albercas se mezclan con otras obras de mayor tamaño; cuadros verticales que retratan unos escenarios de indudables ecos andalusíes.

Es Ándalus, la exposición de Alfonso del Moral que, desde el pasado 7 de septiembre, muestra en la Galería Chys unas acuarelas que hablan de tres ciudades, Córdoba, Granada y Marrakech, y del legado musulmán que nos prestan. Sentado junto a la pared del cuadro de la Torre de la Mezquita Kutubiya, representada en tonos violetas, Alfonso del Moral cuenta qué le espera a quien entre en la sala: “va a encontrar cuadros sobre tres ciudades que son el fruto de tres viajes que he hecho recientemente, en los últimos dos años; tres viajes a tres ciudades distintas: Córdoba, Granada y Marrakech”. Estos cuadros, explica el pintor, no son una mera sucesión de imágenes, sino “un conjunto de recuerdos”, porque cada uno de ellos tiene su origen en los cuadernos de viaje que, expuestos en la urna del centro de la sala, muestran en sus páginas abiertas apuntes en acuarela sobre los lugares visitados. “Los cuadernos son para mí como mis álbumes de fotos cuando viajo, y es una interpretación de la luz de esos sitios, que en cada uno es distinta. Son las sensaciones que a mí me producen”, explica el joven pintor.

Es la primera exposición individual de Alfonso del Moral. Hasta la fecha, ha sido Premio Cultura Díaz Bautista al artista joven y tercer premio internacional de acuarela en un Festival celebrado en Marruecos; además de haber pintado el cartel de la Feria Taurina de Murcia el pasado año y haber expuesto en varias colectivas en España e Italia. Sin embargo no había realizado ninguna exposición individual hasta que, apadrinado por su maestro, Pedro Cano, ha expuesto en Chys, “una de las mejores galerías de Murcia”, dice el joven artista; que para su primera individual ha preferido esperar a reunir un conjunto de obras que contaran algo, que tuvieran un sentido.

El resultado, más de cincuenta obras que representan, en unas gamas de colores muy concretas, elementos arquitectónicos de las tres ciudades visitadas. “Tenía que elegir un tema. No podía pintar personas, arquitectura, paisaje urbano, paisaje natural. Tenía que centrarme en algo”, cuenta Alfonso del Moral, que decidió, a través de los monumentos que retrata, “explorar la influencia que ha tenido Oriente en nuestra cultura, en la cultura sobre todo del sur de España, que está tan relacionada con la histórica Al-Ándalus”.

De ahí viene el término que da título a la exposición, Ándalus. Alfonso del Moral quería encontrar un nombre que hiciera alusión a la influencia de ese pasado oriental sobre el presente, y también a las tres ciudades representadas. Por eso mismo no podía ser Al-Ándalus, porque “Al-Ándalus era el reino musulmán de la Península, pero aquí hay una ciudad que no está en la Península, pero sí ha influido en lo que fue”, dice, rodeado de cuadros con temas de Marrakech. “Por eso me inventé este nuevo término; simplemente quitarle el artículo al árabe, para que tuviera un carácter más inclusivo”, dice el artista sobre esa única palabra, Ándalus.

Además, Alfonso del Moral ha querido darle, en esta exposición, un especial protagonismo al agua y a la trascendencia que tiene en la cultura musulmana y en la nuestra. “Por eso la exposición está hecha con acuarela, y por eso hay muchos cuadros que hacen referencia al agua”, explica el joven artista, que así lo da a entender en el catálogo de la exposición, donde, por ejemplo, cada uno de sus apartados –tres en total, uno para cada ciudad– queda introducido por un fragmento del poema de la Fuente de los Leones de la Alhambra, todos ellos en relación con el agua.

La acuarela es la técnica utilizada, además, porque “es lo más cómodo para llevar consigo durante el viaje, para ponerse a pintar en un sitio lo más limpio y rápido posible”, cuenta Alfonso del Moral. “Lo bueno de eso es que tiene mucho de verdad, porque es una factura tan sincera, tan rápida, que se nota mucho la impronta del artista”, dice el joven pintor; y recalca que la acuarela, al no permitir capas de pintura, es una técnica donde difícilmente puede haber engaño.

Y es que, en sus viajes, Alfonso del Moral pinta sentado en el suelo, con el cuaderno apoyado sobre las rodillas. Estos trabajos de campo, sin embargo, no quedan recogidos de forma literal en las obras finales. “Los cuadernos son un bosquejo que a mí me sirve como idea, como recuerdo” porque, explica Alfonso del Moral, “cuando estás pintando una hora en un sitio recuerdas perfectamente qué sentías, qué había alrededor de ti porque ya estás mirando el objeto con otros ojos. Estás entendiendo lo que estás pintando, y luego te acuerdas muy bien de la sensación. Y ese es el sentido de los cuadernos, para trabajar sobre ellos después”, puntualiza.

Para la exposición, Alfonso del Moral ha utilizado tres formatos: dos de menor tamaño y otro de casi uno por dos metros: “Hay dos formatos más pequeños que me han dado la oportunidad de poder pintar más sitios, más imágenes”, dice Alfonso del Moral, que señala que “los formatos más pequeños son más cómodos, más asequibles, pueden llegar a más gente; y el formato grande es más complicado, pero también es necesario para contar la historia que hay detrás”. Estos grandes formatos, más meditados, sirven también para que el joven artista muestre su dominio de la acuarela, una técnica que no permite rectificaciones. Eso sí: todos los formatos son verticales, sobre todo por cuidar la unidad de la exposición. “También porque algunos de los cuadernos que yo pinté en esos sitios los usé en formato vertical y eso ya ha influido en todo el proceso posterior”, explica.

Tres formatos, tres viajes, tres ciudades. El número tres tiene una especial importancia en la exposición, y no por mera casualidad: “He intentado que todo tenga un triple formato: los catálogos están divididos en tres partes, una para cada ciudad; también el día de la inauguración había tres postales, y además la imagen era de los cuadros grandes del agua, uno de cada ciudad” dice Alfonso del Moral, porque los asistentes podían llevarse una postal con alguna de esas tres imágenes. “En fin, no quería darle más importancia a una ciudad que a otra. Por eso el número tres”, sentencia.

También la sala, en la medida de lo posible, se ha dividido en tres zonas. La pared del fondo a la derecha, explica Alfonso del Moral, está dedicada íntegramente a Granada. “Al otro lado, al frente, hay una pared dedicada a Córdoba, aunque tiene cuadros pequeños también de las otras ciudades, y esta primera parte está dedicada a Marrakech”, dice, señalando alrededor. Los cuadros de pequeño formato de las paredes centrales, sin embargo, aparecen mezclados porque en ellas el pintor le ha dado preferencia a la composición de colores.

Cuando se le pide que elija un cuadro de la exposición, Alfonso del Moral se dirige a la pared dedicada a Granada, donde está Pasión Nazarí; una obra en tonos violáceos donde tres columnas unidas por arcos se reflejan en el agua y que el pintor elige, ante todo, por pertenecer a Granada. “Mi familia es de Granada, y le tengo mucho cariño a la ciudad, la conozco muy bien”; dice el pintor; “Es como mi segunda ciudad”. Explica Alfonso del Moral que escoge ese cuadro concreto porque lleva más meditación, más sentimiento; y es que los cuadros de gran formato de la exposición son seis: dos para cada ciudad y, de ellos, uno más realista dedicado al agua y otro más expresivo, con una mayor carga sentimental, como es el caso de Pasión Nazarí.

Además de detalles técnicos como el pigmento que, en el cuarto inferior derecho, aparece espolvoreado sobre la pintura, en el cuadro hay algo curioso: con veladuras, hay escritas palabras en árabe, casi ocultas en el color: “He escrito en todas partes la frase que también está en todas partes en la Alhambra, que dice: Solo Dios es vencedor”, dice el pintor. También ha incluido el nombre de la ciudad en árabe y otros grafismos, porque Alfonso del Moral, a quien le apasiona el mundo oriental, ha estudiado un año y medio de árabe.

Podría decirse que su estilo en la exposición recuerda al del maestro, Pedro Cano; algo a lo que el joven pintor responde con franqueza: “Yo creo que es algo lógico, que un aprendiz absorba en gran medida la impronta del maestro”, dice. “Espero tener un largo camino por delante, e ir encontrando también un estilo más personal”, añade, aunque afirma que el compararle con un maestro como Pedro Cano no lo toma como una crítica, sino siempre como un halago.

Por el momento, su primera individual no ha dejado indiferente: en las paredes pueden verse unos cuantos puntos rojos, y la fecha de clausura, prevista para el pasado viernes 29, se ha prolongado una semana más. El pintor cuenta que en la Galería se habla de éxito “no solo a nivel de ventas, que ha sido una barbaridad, y más para los tiempos que corren; sino también para la cantidad de gente que se ha pasado durante todo el tiempo”, porque a los asistentes a la inauguración, que también fue un éxito, se suman quienes, día a día, se han acercado a ver la exposición ex profeso o, al ver el cuadro del escaparate, se han animado a ver el resto. Todo eso, sonríe el joven artista, “da mucho ánimo para seguir adelante”.

Aunque pasará algún tiempo hasta que vuelva a exponer en Murcia, a Alfonso del Moral no le faltan proyectos. La próxima parada de sus cuadros será, posiblemente, Córdoba; y mientras tanto, va a cursar Bellas Artes en Valencia, seguro de haber encontrado su camino.

Redactora y editora de El Visitante.

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