Detrás del cristal de las puertas, una mujer, en los trazos y manchas de tinta en distintos grises que pueden verse en el papel, espera sentada y con la cabeza apoyada en la mano en ademán pensativo. A su lado, un texto y una vitrina abren paso a las escaleras que, al subirlas, muestran en los paneles las breves y expresivas líneas de apuntes de figuras femeninas; y ya en la sala, las altas columnas dejan ver a su alrededor las formas y sugeridos rostros de los personajes que, sutiles y en discretos tonos, permanecen en pie con la mano en la mesa; sostienen un cerrado abanico, se apoyan en la pared mientras miran al frente o mantienen un silencioso diálogo en la quietud de un camerino.
Es Desnudos. Dibujos, tintas y collages; la muestra de Araceli Reverte que desde el pasado 6 de septiembre y hasta el próximo 28 de octubre puede verse en la planta alta del Palacio Almudí. Una exposición que, comisariada por Juan García Sandoval, reúne más de una cuarentena de obras realizadas en diferentes técnicas de dibujo sobre papel, y que muestran unos desnudos femeninos abordados desde tonalidades ocres y grises y tratados siempre desde la sencillez y la expresividad de la ausencia del detalle.
La colección está formada en su mayoría por obra reciente, con trabajos de Entre Cajas, su anterior muestra en el Museo Regional de Arte Moderno (MURAM), y otros realizados específicamente para el Palacio Almudí; además de recoger cuadros de 2005, como la serie que abre la sala principal a la derecha; apuntes de 2014, que visten los paneles de las escaleras; y también la Figura que, fechada en 1990, puede verse junto a la puerta. Y todo con una técnica predominante que es la de tinta sobre papel, que Araceli Reverte complementa en algunas de la obras con carboncillo, lápiz, témpera o collage. Una exposición que, por recorrer distintas épocas, permite ver cómo el desnudo femenino ha estado siempre presente en el camino recorrido por la artista.
“El dibujo de la figura humana es una constante en mi trayectoria. Lo llevo trabajando desde que decidí ser pintora; era mi forma de aprender a dibujar, de aprender a pintar”, dice Araceli Reverte, sentada junto a una de las altas columnas de la sala. Para ella la figura humana lo tiene todo: las luces, las sombras, los volúmenes; y aparece en su trabajo pictórico como un tema básico al que siempre regresa, y que la artista vincula muy especialmente con el dibujo: “Hago también óleos y otro tipo de trabajos, pero el dibujo es muy importante para mí. Entre series de otros cuadros, o incluso cuando tengo épocas en crisis recurro al dibujo de la figura”, dice la pintora.
Salvo por las notas de color dadas en témpera en contados apuntes, las obras muestran las figuras en tonalidades discretas, con una sola gama de colores en cada cuadro. “El cuerpo humano me gusta trabajarlo en grises. Las tintas que elijo son negras, o azuladas, o un poco sepia, pero no busco mostrar el cuerpo a todo color. Son los tonos que me gustan”, dice Araceli Reverte.
A los cuadros y apuntes de menor tamaño, basados en la línea y el movimiento, se suman las obras que estuvieron expuestas en Entre Cajas en 2017, y que Araceli Reverte quiso abordar desde formatos más amplios: “Decidí que quería hacer figura humana, pero en formato más grande, y además en tinta, que es una técnica que no permite correcciones”, dice la pintora, con el reto añadido de ser ésta la primera vez que utilizaba esos formatos con tinta sobre papel. “Además, en los dibujos no he utilizado lápiz para hacer boceto, sino que he ido directamente con el pincel en aguadas de tinta”, indica.
Una forma de trabajar que, señala la artista, es muy similar a la que puede observarse en una de las vitrinas que acompañan la exposición, y que permite ver algunos dibujos rápidos en cuadernos de apuntes, con bocetos de obras que, posteriormente, la artista ha recreado en esos formatos más amplios. “Son como mis pensamientos: hago apuntes, pienso cómo puede ser la composición… pero luego a la hora de enfrentarme al cuadro en grande no utilizo el boceto. Se queda en mi cabeza, y me vuelvo a enfrentar otra vez con la modelo, con el papel en blanco. Son como apuntes gigantes”, dice Araceli Reverte, que siempre trabaja dibujando al natural. “Al ir directamente sobre ese papel, al lanzarme al vacío, creo que lo que consigo es expresividad; que sea algo espontáneo, no tan trabajado, tan rebuscado”, dice la artista.
Todos los desnudos expuestos están marcados por una forma de trabajo muy concreta: el dibujo al natural con modelos, que Araceli Reverte siempre ha utilizado y prefiere al uso de fotografías. “En una foto estoy plasmando nada más que un instante. En cambio, pintar al natural es como pintar diferentes momentos; es el estado de ánimo”, dice la artista; e indica que tanto en la modelo como en ella misma pueden darse varios estados de ánimo dentro de una misma sesión. “Para mí, trabajar del natural me ayuda a que la obra esté viva”, concluye.
Un ejemplo de este dibujo al natural es El Camerino, una obra de amplio formato donde tres mujeres aparecen dentro de una misma escena. “Fue el reto más grande de todos, porque no solamente era trabajar en formato grande con tinta; sino que además decidí llamar a mis tres modelos a la vez para tener un cuadro con más de una figura”, cuenta Araceli Reverte; y explica que para pintar el cuadro convocó a las modelos; realizó un apunte previo que puede verse entre los expuestos en la vitrina, para decidir la composición; y luego, ya en el formato grande, trabajó hasta tener encajadas las tres figuras, y a partir de ahí, fue completando el cuadro con las modelos de una en una, en sesiones sucesivas, hasta finalizar la obra. “Hay un foco de atención que es la figura de la izquierda, que tiene sus sombras en la pared, y está como pensativa; y entre ellas hay una conversación silenciosa”, dice la pintora, señalando los detalles frente al cuadro. Explica, además, que en las obras de esta serie aparece plasmada la personalidad de las modelos, y señala cuadros anteriores, donde las figuras aparecen sin rostro, con la anatomía y el movimiento como foco de interés. “En estos cuadros últimos ya no es solo el cuerpo, el movimiento; es también la personalidad. Tampoco es que quiera hacer un retrato, porque las caras siguen sin aparecer, solo se intuyen”, explica, y señala también los espacios en blanco: “Creo que el cuadro tiene que respirar, que tiene que haber espacios; una atmósfera que fluya. Y que el espectador sea también el que acabe el cuadro. No me gusta marcar todos los detalles”, concluye.
Las tres modelos son mujeres relacionadas con el mundo de los escenarios: la situada detrás de la composición es profesora de teatro, que posa de pie; la de la izquierda es profesora de danza, y la tercera, actriz. Tres mujeres que dan vida a una serie, la de Entre Cajas, que está dedicada, precisamente, a las personas vinculadas con el mundo del teatro, la música y la danza. “Entre cajas es el espacio donde están los actores esperando para salir a escena, y ese momento de acción-inacción tiene mucho que ver con mi obra”, dice Araceli Reverte, en alusión al trabajo al natural, que no capta solo un instante en la modelo, sino un conjunto de ellos. “Estas figuras a veces están como en posiciones estáticas, pero no; parece que están en movimiento, o que estoy mostrando diferentes estados a la vez”, dice; y señala, por ejemplo, los cuadros de La Ira y La Templanza, donde la modelo no posó estática, sino que mantuvo los brazos en movimiento. Unos cuadros que recogen una pose activa y donde a la tinta, en esta ocasión, se une el carboncillo. “En estos sí que he hecho un dibujo previo con carboncillo, que luego emborrono con la tinta y juego con los dos materiales”, explica la pintora.
En la exposición pueden encontrarse algunos guiños al mundo clásico, que aparecen en la serie Entre Cajas y guardan una muy estrecha relación con el teatro por hacer alusión a tragedias griegas, como es el caso de Medea, Ágave o La Bacante; y hay también un homenaje a Goya con La maja desnuda, donde la figura aparece mirando al frente, con el dedo señalando hacia abajo. “Me inspiré en la Duquesa de Alba que va vestida de negro de Goya, que está en esa postura, señalando al pie; esa pose elegante pero orgullosa”, explica Araceli Reverte, que ha pintado también, en la parte inferior derecha, un par de zapatos goyescos. En la parte superior del cuadro puede verse, además, un autorretrato donde aparece ella misma pintando, y que tiene un elemento que se repite en muchas de las obras: un papel pegado. “Me encanta trabajar en collage, lo he trabajado muchos años, y de vez en cuando pego papeles. No quiero decir que es mi firma, pero casi”, dice riendo.
Como siguiente paso, la obra de Araceli Reverte viajará hasta Bratislava, en Eslovaquia, como parte de la Semana Española que allí se celebra y que comenzará a mediados de octubre con la inauguración de una exposición de la artista, que además estuvo viviendo en esa misma ciudad después de su estancia en Praga, y de pasar por Madrid y Barcelona. Mientras tanto, Desnudos. Dibujos, tintas y collages seguirá en el Palacio Almudí para poner en sus paredes la personalidad de sugeridas figuras, y la elegancia y el movimiento de las líneas y manchas trazadas en tinta.
Fotografías de las obras cedidas por Araceli Reverte