Antes de entrar en la primera sala, la puerta transparente y abierta atrae la vista sobre un cuadro, uno solo, que puede verse en la pared del fondo. Es una Virgen que sostiene al Niño en sus primeros pasos con el movimiento, color y juego de luces y sombras propios de la escuela flamenca; la misma que protagoniza el gran cartel anunciador en la fachada del Centro Cultural Las Claras, y que lleva en cada trazo la impronta de un maestro: Peter Paul Rubens.
Ese es el cuadro que abre De Rubens a Van Dyck. Buscar la pintura y hallar la poesía; la muestra que, del 25 de enero al 8 de abril, ha reunido en el Centro Cultural Las Claras de la Fundación Cajamurcia a más de 20 pintores de la escuela flamenca. Rubens, Van Dyck, Hendrick Goltzius, Joost de Momper el Joven, Martin de Vos, Alexander Adriaenssen y Jan Van Kessel el Viejo son solo algunos de los nombres que componen una exposición que, bajo el comisariado de Marisa Oropesa y María Toral, trazan un recorrido desde el siglo XV hasta principios de XVIII y llevan a descubrir la maestría de la pintura flamenca a través de una cuidada selección de 70 obras que son propiedad del coleccionista alemán Hans Rudolf Gerstenmaier.
No es la primera vez que una selección de la Colección Gerstenmaier visita Murcia. De Rubens a Van Dyck estuvo precedida de otra exposición el pasado año, Senderos a la Modernidad, que llevó al Centro Cultural las Claras un conjunto de 80 piezas de la sección de pintura española de los siglos XIX y XX de la Colección Gerstenmaier. En esta ocasión, la muestra contiene lo más destacado de la pintura flamenca del coleccionista Hans Rudolf Gerstenmaier, que por su profundo aprecio a España prefiere que le llamen Rodolfo.
El empresario alemán, afincado en España desde hace décadas, era dueño de un negocio de recambios para coches en Madrid hasta que decidió venderlo; decisión que le ha permitido dedicarse más plenamente a su labor como coleccionista de arte. En el ejercicio de este coleccionismo, Gerstenmaier ha adquirido más de 200 piezas, que ha rescatado del olvido en galerías, subastas y anticuarios. “Empezó a coleccionar en los años setenta; su labor de búsqueda y adquisición de obras dura ya más de cuatro décadas”, explica María Toral, una de las comisarias de la muestra y una gran conocedora de la Colección Gerstenmaier. “Lo cierto es que tras vender su empresa pudo dedicarse más a su labor filantrópica”, añade. Y es que Rodolfo Gerstenmaier, lejos de guardar su colección para sí, la pone a disposición del público a través de exposiciones temporales como las organizadas, en este caso, por la Fundación Cajamurcia. “Está muy satisfecho con el resultado. En ambas ocasiones se ha sentido muy feliz en Murcia y admira mucho la labor del Centro Cultural Las Claras”, cuenta la comisaria.
Las obras son una muestra de la pintura flamenca y sus rasgos característicos: minuciosidad y gusto por el detalle; colores brillantes, paisajes estereotipados, equilibrio en la disposición de las figuras… Además, pertenecen géneros pictóricos muy diversos; algo también propio de los artistas de Flandes, que cultivaron la obra religiosa, el paisaje, el retrato, la temática mitológica y las naturalezas muertas que, al igual que el bodegón, muestran composiciones de objetos inanimados. Unos géneros que sirven para ahondar en la escuela flamenca, y también para estructurar la muestra. “Sin duda, los géneros suponen un estudio cuidadoso de los temas que los artistas trataban en ese momento y nos permiten entender el arte flamenco desde distintas ópticas”, dice la comisaria María Toral.
La primera sala de la exposición, en la planta baja del edificio, recibe al visitante con obras de carácter religioso, como la Virgen de Cumberland de Rubens, la primera de las obras, donde el pintor utilizó como modelos a su mujer y a su hijo; o La Virgen y el niño adorados por ángeles músicos, de Gabriel Franck; aunque la obra que, dentro de este género, destaca la comisaria María Toral es la Adoración de los ángeles y los pastores de Martín de Vos, una obra que pone la composición de la escena en torno al Niño en la adoración en el pesebre, con el anuncio a los pastores al fondo.
En esa misma pared, aparecen unos cuadros que contienen también temas religiosos con una peculiaridad: están rodeados por unas guirnaldas de flores donde, por su detalle y colorido, las escenas religiosas quedan en segunda plano; aunque tienen una riqueza que permite descubrir, por ejemplo, cómo era el interior de una casa flamenca o el idealizado paisaje de Flandes.
Otro de los géneros de la primera sala es la naturaleza muerta, que reúne bodegones, pinturas de flores, una de las especialidades de la escuela flamenca; y también cuadros de animales, como los de Alexander Adriaenssen, que retratan dos temas de pájaros y peces. El más representativo, sin embargo, es para la comisaria María Toral la Naturaleza Muerta de Jan Van Kessel El Viejo; la obra de mayores dimensiones de este artista conocida hasta la fecha. Es uno de los cuadros más relevantes de la muestra, y uno de los preferidos de Rodolfo Gerstenmaier, por lo difícil que le resultó conseguirlo. Unos cuadros de bodegones que contrastan con el movimiento de las aves de la Alegoría de la creación humana y Paraíso Terrenal, de Adryan de Gryef; dos obras de grandes dimensiones que cierran la primera sala con pájaros volando, caminando o mirándose desde las ramas; y con un pavo real que observa a unos gallos en plena riña.
Al bajar a la segunda sala de la muestra, en el piso inferior, las escaleras conducen directamente al Paisaje con figuras clásicas de Cornelius Huysmans, una obra que invita a observar las pequeñas figuras que aparecen al pie del árbol para luego mirar al cielo, donde aparece toda la luz, y que está acompañada en la pared de enfrente por otro cuadro: Paisaje de montaña con mulas, de Joost de Momper el Joven y Jan Brueghel el Viejo. Éste es, para la comisaria María Toral, el paisaje más representativo de la exposición. Con una doble autoría, muestra una amplia vista panorámica donde los personajes, en primer plano, descansan del camino, se dirigen a la villa que asoma a la izquierda o conversan en sus caballos mientras un mendigo pide limosna.
En la pared contigua aparecen dos retratos de Anton Van Dyck; unos retratos de boda, en pequeño formato, de dos personajes de la época: Jean Charles de Cordes y Jaqueline van Caëstre. Hasta ese momento, este tipo de obras estaban reservadas a reyes y poderosos, en la línea de los retratos de corte realizados por Rubens a los reyes Felipe IV e Isabel de Borbón, que pueden verse en la misma sala. El retrato, sin embargo, se fue democratizando entre la burguesía y otros personajes de la sociedad, como demuestra la Iconografía de hombres ilustres, una amplia serie de grabados realizados por Van Dick. En ella, y con una maestría que deja ver el carácter de cada uno de los modelos, el artista quiso reivindicar el reconocimiento social de los retratados: pintores y grabadores de la época que, en estos retratos y como humanistas que eran, han quedado elevados a la categoría de hombres ilustres.
La exposición continúa con otros grabados de temas mitológicos, como Las tres gracias o Los cuatro elementos, de Hendrick Goltzius; y la serie Los cuatro vientos, realizada por Johannes Sadeler, y que la comisaria María Toral destaca dentro de las obras mitológicas. Se trata de un conjunto de cuatro grabados –Meridies, Occidens, Oriens y Septentrio– que muestran deidades clásicas asociadas a los vientos de los distintos puntos cardinales, y que están basados en dibujos de Martin de Vos.
De todas estas obras, apunta María Toral, Rodolfo Gerstenmaier no podría destacar solo una, ni mostrar una especial predilección por unas pocas. “Todas son especiales para él, de hecho son sus «cuadritos»”, dice, en referencia a cómo suele llamar este coleccionista a sus obras. “Es muy difícil para él elegir, ya que es el conjunto lo que crea la singularidad de esta colección única en nuestro país y que reúne uno de los acervos más importantes del mundo”, concluye la comisaria.
En la muestra, las obras no aparecen solas en la pared. Cada uno de los géneros va escoltado por un texto literario, con autores como Lope de Vega, Góngora, y Rafael Alberti, de quien se ha tomado un verso para el subtítulo de la muestra, Buscar la pintura y hallar la poesía. Un acompañamiento literario con referencias a la creación artística de la época que es una aportación de Cristóbal Belda, director del Proyecto Huellas de la Fundación Cajamurcia, quien resalta la importancia de que el Centro Cultural Las Claras no acoja solo la obra de artistas contemporáneos, sino también la de los grandes del pasado. “Yo creo que ya se va haciendo habitual que nos visiten algunas obras y algunos pintores de cierta envergadura a lo largo de la historia”, dice Cristóbal Belda, y enumera: “Por ejemplo, hemos traído a Velázquez, a Murillo, a Ribera; hemos traído ahora a Rubens, a Van Dyck, a Martin de Vos y a todos los grandes pintores flamencos y holandeses del XVII; pero al mismo tiempo hemos traído otras figuras importantes, también al propio Caravaggio”.
Al dar una valoración sobre De Rubens a Van Dyck, Cristóbal Belda pone la atención en tres frentes que muestran la relevancia de la muestra: “Yo creo que la importancia primera que tiene la exposición es su propio contenido, por los nombres y las obras que figuran en ella. En segundo lugar, es una demostración de cómo se puede ejercer un mecenazgo; no un mecenazgo institucional, sino el que es el fruto de una persona que ha gastado su propia fortuna en atesorar una gran colección que además tiene una calidad contrastada, y sobre todo con criterios selectivos sumamente exigentes. Y en tercer lugar, porque esa colección no solamente está hecha para ser disfrutada en la propia casa, sino que quiere compartir esa belleza con todos los demás”, dice el catedrático, y concluye: “La utilidad social del mecenazgo creo que también es otro de los elementos añadidos a esta exposición”.
En el tiempo que ha estado abierta al público en el Centro Cultural Las Claras, De Rubens a Van Dick ha contado con unas 12.000 visitas, una gran afluencia de público; y ha traído a Murcia la obra de unos maestros, los de la escuela flamenca, que fueron decisivos para la pintura al óleo europea, que han guardado en bodegones, paisajes y grabados la esencia de una época, y puesto en retratos el carácter de unos personajes que, siglos después, salen al encuentro de la mirada de los espectadores. Una colección, la de Gerstenmaier, que se continuará cuidando y estudiando con esmero para poner estas obras rescatadas del olvido a la vista y disfrute del público.
Buenísimo el articulo. Saludos.
Estoy feliz de encontrar blogs donde ver informacion tan util como esta. Gracias por poner este articulo.
Saludos
What’s up to every one, the contents present at this website are
actually amazing for people experience, well, keep up the nice work fellows.